¿Juegan muchos niños con sus bicis en sus calles? ¿Son capaces de moverse de forma independiente? ¿Cuánto tiempo pasan jugando al aire libre? ¿Tienen algún tipo de conexión con la naturaleza? ¿Cuál es el nivel de contaminación del aire, ruido, tráfico o delincuencia? ¿Los edificios son de gran altura? Todas estas preguntas inciden en la relación ciudad-niño condicionando su independencia y capacidad de juego. Problemas de obesidad infantil y de salud mental pueden desencadenarse como consecuencia
El informe Cities Alive: Designing for urban childhoods de Arup, orientar las ciudades a las necesidades de los niños puede mejorar el rendimiento económico de una ciudad, así como su capacidad de atraer y retener talento y una fuerza laboral más cualificada. Los riesgos de no hacerlo es el «efecto de vacío», el desplazamiento de las familias a otras áreas.
Los pequeños parques infantiles están muy bien, pero es necesario dar un paso adelante.
- El juego en las calles: la movilidad independiente incrementa la actividad física, la sociabilidad y el bienestar mental. ¿Pueden ir solos al colegio o deben ir acompañados? Si se cerrasen las calles al tráfico temporalmente, se animaría a que personas de todas las edades fueran más activas, reduciendo al mismo tiempo tanto la contaminación del aire, como los peligros del tráfico. Bogotá así lo hace. Bristol, Londres, Adelaida, Nueva York y Toronto ya están forjando alianzas entre residentes y administraciones locales para llevar a cabo los planes de “jugar en la calle”.
- Espacios intergeneracionales: donde vayan los niños, los adultos los siguen. En Londres, el King’s Cross Central ofrece intervenciones lúdicas de regeneración urbana para crear una zona divertida y dinámica para todas las edades: actividades culturales, jardines urbanos y un estanque temporal de natación al aire libre.
- Control de tráfico: en 2015, las lesiones causadas por accidentes de tráfico fueron la principal causa de muerte entre las personas de entre 10 y 19 años en todo el mundo. Hay que sensibilizar a los conductores sobre los peatones y ciclistas.
- Espacios naturales: la conexión con el mundo natural beneficia a la salud física y mental mejorando los índices de obesidad, depresión, estrés y trastornos de atención. La mejora de la accesibilidad evita que las zonas más abandonadas se conviertan en semilleros de delincuencia.