Rachel Whittaker, directora de Investigación en Inversión Sostenible de la gestora holandesa Robeco
- ¿Qué resultados quieren o necesitan realmente los inversores?
Cuando se habla de rentabilidad, no todos los inversores entienden lo mismo. Comprender las necesidades y la motivación del inversor, como pueden ser la liquidez a corto plazo o los compromisos financieros a largo plazo, siempre ha sido decisivo para la labor de los asesores de inversión.
Además, comprendemos mucho mejor que los resultados financieros no son el único objetivo de todos los inversores: los beneficios sociales o ambientales, la satisfacción personal, la unidad familiar o la preocupación por el patrimonio hereditario también son parámetros fundamentales para la valoración del éxito por parte de muchos inversores. Así queda patente en la nueva normativa europea, que va a exigir a las entidades financieras que tengan en cuenta factores ASG y preferencias tales como el buen gobierno o el medio ambiente a la hora de aprobar la evaluación de idoneidad de un cliente, y no solamente sus preferencias en materia de tolerancia al riesgo, capacidad de riesgo o conocimiento práctico de finanzas, por ejemplo.
Hoy en día, esta misma tendencia está presente en diversos ámbitos de la sociedad, no solo en la inversión. Por ejemplo, los consumidores entienden cada vez más que, si un producto parece increíblemente barato, suele deberse a que alguien en otra parte de la cadena de suministro está asumiendo el coste.
- La merma de rentabilidad no es aceptable
Aunque la actual definición de rentabilidad es más amplia, cada vez son más los inversores que consideran que no es necesario aceptar una merma de rentabilidad financiera en las inversiones sostenibles. Según una encuesta realizada por PwC en 2021, más del 80% de los inversores no están dispuestos a aceptar unas previsiones de rentabilidad para sus inversiones sostenibles más de un punto porcentual por debajo de las de otras estrategias no sostenibles.
Natixis revela que sólo el 20 % de los inversores piensa que debe renunciar a parte de la rentabilidad para invertir de forma sostenible, cuando en 2017 esta proporción era del 64 %. Esto sugiere que las gestoras de activos van a tener que rendir cuentas ante sus clientes si sus estrategias sostenibles no se comportan como se espera.
Aun así, algunos inversores sí que están dispuestos aún a asumir tasas de rentabilidad inferiores a las del mercado a cambio de financiar actividades sostenibles, tal vez como alternativa a la filantropía más tradicional. Aunque no podemos esperar que todos los inversores adopten una actitud de este tipo, esto ilustra el amplio espectro de expectativas de rentabilidad que existen hoy en día.
- Demostrar que no se sacrifica rentabilidad
Por otro lado, está la cuestión de por qué no hay estudios académicos que no demuestren concluyentemente que las inversiones sostenibles no sacrifican rentabilidad. Pero es que formular esta pregunta supone asumir que la “inversión sostenible” es una estrategia independiente que puede identificarse y estudiarse. Y esto no es así.
El mercado actual de inversiones sostenibles es enormemente variado. Algunas estrategias se centran en empresas bien gestionadas (factor calidad), o en aquellas cuyos productos ofrecen soluciones a problemas ambientales o sociales. Algunas tratan de combinar ambos enfoques. Otras prefieren recurrir a información ASG sin relevancia financiera para alinear sus inversiones con sus valores (el llamado enfoque de “no perjudicar”). Además, la diversidad de aspectos ambientales, sociales y de gobierno corporativo que pueden afectar a las distintas industrias y empresas es enorme.
Cuando analizamos la gran variedad de enfoques que existen, se hace patente que definir un universo de inversiones sostenibles para su estudio es incluso más difícil quizá que estudiar cuestiones financieras más tradicionales, como si la gestión activa genera alfa, o si la inversión cuantitativa da mejor resultado que la inversión por fundamentales.
Aislar el impacto de la adopción de un enfoque sostenible segregándolo de variables tan decisivas como la situación del mercado o la destreza de los inversores resulta extremadamente complicado. ¡Por eso los consultores de inversión tienen su lugar en el sector!
- Conjugar los objetivos de sostenibilidad con las necesidades de rentabilidad
En cualquier enfoque de construcción de carteras, las palancas clave para lograr la rentabilidad deseada son la asignación de activos y la selección de inversiones. Y las inversiones sostenibles no son distintas en este sentido. Las diferentes clases de activos ofrecen expectativas rentabilidad/riesgo distintas, así como diversas formas de generar un impacto directo o indirecto, o la capacidad de acceder a determinados tipos de actividades o evitar otros.
Hoy en día existen opciones sostenibles para prácticamente cualquier tipo de enfoque: pasivo, activo, temático, capital privado y público, crédito high yield e investment grade, etc. Sucede que, al seleccionar las inversiones, se debe aplicar siempre el mismo nivel de atención a la selección de las gestoras o los títulos independientemente de que la inversión se considere sostenible o no.
- ¿El enfoque tiene sentido? ¿Hasta qué punto resultan creíbles las afirmaciones de la dirección?
Todos los gestores de inversiones operan conforme a un conjunto de limitaciones, relacionadas ya sea con la liquidez, el horizonte temporal o ciertos criterios de sostenibilidad. La verdadera pregunta es si los gestores están suficientemente capacitados para construir una cartera conforme a esas limitaciones y lograr sus objetivos; y esa incógnita es independiente de si se trata de un enfoque sostenible o no.
En definitiva, lo que realmente importa es: ¿cuáles son mis objetivos y cómo puede ayudarme la inversión sostenible? Esa es la única pregunta que de verdad hay que responder.