Javier Quintana, Rocío de la Iglesia y Alberto Jiménez son los fundadores de Smileat, una empresa emergente de comida infantil ecológica
¿Qué es Smileat? ¿En qué momento decidisteis que la comida ecológica infantil era una vía de negocio a explorar?
Smileat es una marca de alimentación infantil 100% ecológica. El objetivo es ofrecer a los padres una opción realmente saludable y ecológica cuando ellos no pueden hacerlo en casa. Smileat nace en enero de hace tres años después de muchos meses de trabajo y con una idea muy simple: que Smileat se hiciese como los padres lo hacen en casa, parece muy simple pero en la industria el resto de compañías utilizan zumos concentrados, pures, almidones. Smileat compra fruta y verdura fresca y carne ecológica de primera calidad y sigue el mismo proceso que cuando se hace en casa, por ello tiene ese sabor casero y artesanal.
¿Qué relación tiene Smileat con la RSC?
Desde el comienzo hemos puesto mucho foco en que no solamente el producto fuese socialmente responsable, sino todos los eslabones de la cadena. Por ejemplo, en Madrid capital repartimos en bicicleta. El almacén para todos los comercios electrónicos que hacemos (Un 12 % de nuestra facturación) lo hacemos en Grupo Envera, un centro para integración de personas con discapacidad. Uno de nuestros inversores es CREAS un Fondo de impacto social.
Desde 2015 que nacisteis como empresa, habéis experimentado una expansión a nivel internacional muy potente. ¿Cuál es el ingrediente secreto?
La internacionalización es sin duda una de las cosas más complejas que hemos realizado. Todos los países a pesar de estar en la Unión Europea tienen condiciones particulares, además del etiquetado en idioma local en cada país en el que estás. Nuestro ingrediente secreto ha sido tratar el producto como cuando empezamos en España de cero, nadie te conoce y tienes que comenzar con los más elemental e ir trabajando punto de venta a punto de venta y cliente a cliente.
¿Cuál es el siguiente paso en el sector de la comida ecológica infantil? ¿Hacia dónde mira el sector?
Es uno de los sectores que más crece, las grandes marcas se han fijado en la categoría, en parte por el ruido que Smileat ha hecho y lo conseguido en tan poco tiempo. Cada vez el consumidor es más exigente y no vale con que tenga el sello de ecológico, sino que leen con mucho cuidado los ingredientes, no quieren almidones, ni aceites vegetales, quieren los mismos ingredientes que ellos utilizan en casa. Son momentos apasionantes en la categoría, donde la innovación va a tener un gran papel.
¿En España hay una conciencia positiva de los padres hacia la comida ecológica de sus hijos o todavía queda mucho camino por construir?
Vamos por muy buen camino, los últimos años la categoría ha crecido mucho. Muchas personas comienzan consumiendo ecológico para sus hijos y luego ya empiezan a comprar para ellos, la tendencia es muy buena, aunque todavía queda mucho camino por recorrer. Para nosotros lo más importante es que se entienda el valor añadido que aporta Smileat en este campo y que realmente los ingredientes que utilizamos y como elaboramos es sustancialmente diferente y por supuesto por donde creemos que tiene que ir el sector.
¿Os habéis planteado aumentar vuestra línea de productos hacia las recetas veganas por ejemplo? ¿Creéis que puede tener demanda en nuestro país?
Actualmente tenemos varias recetas veganas, por ejemplo, el tarrito de “Verduras Variadas” o “Calabaza y Calabacín”, no obstante en nuestro caso dejamos que los padres decidan qué es lo mejor para sus bebés, siempre siguiendo los consejos de los pediatras y nutricionistas
¿Cómo es el consumidor español de comida ecológica? ¿Existen diferencias notables respecto al resto de consumidores fuera de España?
El consumidor español de comida ecológica es muy exigente. En España tenemos una notable tradición gastronómica que se está haciendo eco en muchos campos, no solamente en la restauración. Por ello, Smileat apuesto por materia prima fresca ecológica nacional y de primera calidad. Por supuesto las recetas mediterráneas, utilizando aceita de oliva virgen extra ecológica es algo que nuestros consumidores valoran mucho. El tamaño es donde más diferencia estamos viendo, por ejemplo, en Italia se consumen tarritos de 80 gramos, en Francia las frutas de 130 gramos pero los salados de 230 gramos, por lo que cada país es diferente en este aspecto.