Que un crédito no nos amargue la vida. En víspera de Navidad crecen los créditos al consumo. Nos encontramos en niveles récord desde 2008
Pero ¿realmente sabemos el riesgo que corremos al adquirir uno de estos créditos?
Vivimos en una sociedad consumista, invadida de marketing comercial y por tanto la tentación de comprar está permanentemente presente. Cuando estamos pensando en pedir un crédito para realizar compras, lo primero y muy importante es conocernos a nosotros mismos y saber si realmente lo vamos a necesitar o nos estamos dejando seducir por el constante marketing. Si consideramos que sí lo necesitamos, hemos de ser claros a la hora de decidir hasta dónde nos podemos endeudar. Disponemos de métodos, como las tarjetas de crédito, que nos permiten realizar compras, sin embargo, este método tiene que utilizarse de manera muy puntual. No debemos convertir una deuda que ha de saldarse en un corto plazo, en un largo plazo, porque los intereses nos harán un agujero en el bolsillo.
Existen diferentes tipos de créditos al consumo con características propias
Los que tienen los intereses más altos son las famosas tarjetas revolving, que nos permiten aplazar un pago simplemente pasando la tarjeta y decidiendo el tiempo para su amortización. También están los préstamos preconcedidos que ofrecen muchas entidades o establecimientos, pero en todo el universo de posibilidades a nuestra disposición, debemos elegir con arreglo a nuestra situación personal. Muchos consumidores no son conscientes de dónde se están metiendo a la hora de adquirir uno de estos préstamos, pues se suele tratar de cantidades pequeñas y pesa más el ansia de tener las cosas ya, ahora. Sin embargo, al igual que al comprar una casa estudiamos bien dónde vamos a pedir nuestra hipoteca, cuando queremos solicitar un préstamo para comprar un bien, hemos de estudiar sus condiciones, plazos, intereses, comisiones, etc. no solo fijarnos en que la cuota nos encaje. Usemos el sentido común.
¿En qué debemos fijarnos al pedir un crédito al consumo?
Es fundamental mirar la TAE, y no solo el tipo de interés nominal que nos van a aplicar. Este dato nos indica no solo el tipo de interés aplicado, sino todos los conceptos inherentes a esa financiación: si la cuota va a venir acompañada de una comisión de apertura, de cancelación, de estudio, o de amortización anticipada, por ejemplo. Si observamos que el tipo de interés nominal es bastante inferior a la TAE, significa que nos están cobrando comisiones de algún tipo.
Riesgos
En cuanto a los riesgos, el mayor es no ser capaces de hacer frente a los pagos, situación ante la que algunos deciden refinanciar y terminan entrando en un bucle de gastos, tiempos y desesperación por una mala praxis. Actualmente hay métodos para saber si realmente somos aptos para adquirir determinados créditos, de hecho, el propio Banco de España pone a nuestra disposición un simulador de préstamos en el que podemos ver con detalle y de manera muy visual cuánto queremos pedir y lo que finalmente vamos a pagar. Si además decidimos contratar el crédito online, es importante ir directamente a páginas de entidades fiables porque, aunque han descendido muchísimo los fraudes gracias a la inversión en ciberseguridad que están haciendo los bancos, no han desaparecido del todo. Tengamos en cuenta que nuestro banco nunca nos va a pedir datos que ya poseen.
Lo importante es parar, pensar y analizar antes de embarcarnos en operaciones que luego nos pueden amargar la vida.
Jaime Martínez Tascón, Profesor de OBS Business School y Director de InveretiK
Foto de Rulo Davila