Entre los meses de pandemia de febrero y abril, el tráfico global de internet aumentó un 40%, impulsado por el crecimiento de la transmisión de vídeos, redes sociales, videoconferencias, etc
Y, aunque no lo parezca, el mundo digital en el que vivimos tiene un gran impacto en el medioambiente. Acciones rutinarias como el uso de internet, los servicios en streaming, el envío de e-mails o el trabajo sobre entornos cloud, requieren servidores que necesitan mucha potencia energética y esto es, principalmente, electricidad.
Según la Agencia Internacional de la Energía (IAE), a finales de 2019 la energía demandada por centros de datos supuso el 1% de la electricidad global. En este sentido, llevar a cabo prácticas más sostenibles para ahorrar energía y evitar un impacto ambiental nocivo se ha convertido en un desafío y una necesidad cada vez más importante para las empresas de alojamientos web y proveedores cloud, cuyos servicios se materializan en centros de datos.
Ante el crecimiento de la actividad digital, se plantean algunas prácticas que pueden mitigar el alto consumo energético a la par que resultar rentables. Empezando, por ejemplo, por la utilización de sistemas de refrigeración de centros de datos más eficientes que pueden suponer un ahorro de más del 50% de la energía consumida. También se puede optar por tendencias como la utilización del aire exterior, frente al aire acondicionado, para enfriar las salas de servidores. Asimismo, para no tener que enfriar las 24 horas del día esos habitáculos, es importante utilizar sistemas informáticos de libre ajuste, que hacen que los servidores regulen su consumo según sea necesario y utilicen funciones de ahorro.
La virtualización de los servidores
Otra práctica que empuja a los centros de datos a ser más eficientes es la virtualización de los servidores. Cada vez más empresas optan por migrar cargas de trabajo a la nube, liberando sistemas que podían estar infrautilizados. En esta línea, las soluciones cloud tienen la ventaja de utilizar únicamente los recursos que realmente necesita el cliente, lo que hace que se aproveche mejor la potencia de los servidores en el tiempo.
De manera complementaria, el entorno cloud, además de permitir un ahorro de energía, también conlleva un ahorro de costes de infraestructura. Junto a esto, la utilización de un sistema certificado que analice los flujos de energía y detecte posibles focos de ahorro también es importante. En este sentido, una normativa internacional como la ISO 50001 puede ayudar a las empresas a encaminarse hacia una mayor eficiencia.
Aparte de todas las medidas mencionadas, existen más opciones para que los centros de datos sigan una senda más sostenible y eviten un consumo de energía perjudicial para el planeta. Un ejemplo de ello es la compra de electricidad verde a mercados extranjeros. Esto permite ahorrar grandes cantidades de CO2 y combustibles fósiles y reducir el impacto medioambiental de las instalaciones.
También es importante poner el foco en los materiales de los sistemas. Sacar el máximo partido a los componentes electrónicos a través del reciclado de hardware puede alargar la vida útil de los equipos, haciéndolos más rentables, y posibilita desecharlos posteriormente de manera más responsable. En su conjunto, estas medidas favorecen la transformación del negocio de alojamientos web y proveedores cloud hacia estándares más sostenibles en un mundo cada vez más digitalizado. Sin perder de vista que, en este camino hacia una industria más concienciada con la eficiencia energética, la sostenibilidad y la rentabilidad van de la mano.
Marko Hilbert, responsable de la infraestructura técnica de los centros de datos de IONOS