Los comienzos de año son épocas de hacer examen de conciencia y buenos propósitos. Por eso los que creemos en el desarrollo sostenible debemos redoblar nuestros esfuerzos proselitistas. Máxime cuando la RSC no está en la agenda política. Pero sí desde luego en la sociedad civil. Y es que la RSC es gobernanza.
El término gobernanza significa acción y efecto de gobernar o gobernarse. Sin embargo en 2001 el Diccionario de la Real Academia Española le incorpora una nueva acepción: arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía. Equilibrio y sostenibilidad solo dejarán de ser términos sospechosos si tanto trabajadores como empresarios les otorgan un mínimo de confianza.
No saldremos de la crisis con las mismas medidas que nos han precipitado a ella: codicia, miopía cortoplacista y rigidez. Es necesario un gran pacto social. Y ya que los dos grandes partidos políticos de nuestro país no lo van a firmar, es la sociedad civil la que debe dar ejemplo. Los recortes -si son necesarios- no pueden ser gratis. La productividad solo se logrará si se liga a flexibilidad laboral, a retribución variable, a conciliación, a formación, a atracción y retención del capital humano,… Por eso la RSC debe ser voluntaria. No puede haber una Ley que obligue a implantar políticas de RSC de la misma forma que tampoco va a haber una que obligue a las empresas a tener beneficios. Si no nos creemos que la RSC sea una salida al túnel en el que nos encontramos de poco o nada servirá su obligatoriedad.
Juan Royo, director de culturaRSC.com