Alerta, es la deforestación
Parodiando la célebre frase que catapultó a Bill Clinton a la presidencia de los Estados Unidos, la deforestación es sin ninguna duda la principal causa de la actual crisis del agua en Colombia; incluso, podría decirse que también es la causa de las pasadas crisis del agua, ya sea por que como en estos meses no hay, sin que todavía haya llegado el Fenómeno del Niño, o porque haya mucha, con inundaciones sin control, cuando aparece el Fenómeno de la Niña. Estamos ante un vaivén de sequías e inviernos sin avanzar en una gestión integral del agua.
Por supuesto que hay otros factores que inciden en la problemática del recurso hídrico. Desde el inevitable Cambio Climático que afecta principalmente a países como Colombia; pasando por una inadecuada gestión del recurso hídrico desde lo institucional a todo nivel, nacional, regional y municipal; uso irracional del agua por parte de diferentes sectores que la utilizan; deficiente manejo de los recursos que los diferentes sectores transfieren a manera de tasas o porcentajes de forzosa inversión (tasas de uso y retributivas, transferencias del sector eléctrico, sobretasas del impuesto predial, 1% de los ingresos de los entes territoriales para protección de cuencas, entre otros) a entidades del Sistema Nacional Ambiental; baja o nula apropiación de recursos presupuestales para incentivos económicos para la conservación y para la reforestación; solo para mencionar algunos.
Recordemos que el agua no solamente es necesaria para abastecer con agua potable y segura a una población; también lo es para proveer energía limpia; para generar las condiciones adecuadas para las actividades agropecuarias y piscícolas; como vía de transporte, como lugar de esparcimiento y recreación, entre otros usos.
El AGUA NO ES UN RECURSO RENOVABLE, bajo la premisa de su uso. Es necesario regularizar su ciclo, empezando a nivel local. La falacia de creernos depositarios de una de las mayores riquezas hídricas del mundo nos ha impulsado a no considerarla como UN BIEN ESCASO.
LA DEFORESTACIÓN, con mayúsculas, es la causa primaria de esta debacle. Y en esa acepción caben la depredación de los páramos, la desecación de humedales y de manglares, la tala de bosques nativos para potrerizar, la quema de pajonales dizque para mejorar el suelo, son prácticas comunes en aras de un «desarrollo económico». Es el cáncer que carcome la nación con alrededor de 300 mil hectáreas por año de bosque, páramos, humedales, que se depredan para potrerización, ampliación de las zonas de cultivos tanto lícitos e ilícitos, explotación ilegal de la madera, entre otros.
Los bosques, páramos, humedales, zonas de manglar, entre otros son agentes reguladores del recurso hídrico; facilitan que el agua se mantenga más tiempo en un sitio y su escorrentía sea más uniforme; igualmente, evita significativamente el arrastre de sedimentos y así favorecer cauces más profundos y con mayor capacidad de retención.
Eso está probado; donde hay medidas de protección de cuencas el agua es más abundante; donde ha habido tala y depredación, el agua es un espejismo, que simplemente cuando hay sol no hay y cuando hay lluvia, corre rauda y desaparece.
Por eso, ante la circunstancia recurrente actual, que no ocasional, de la falta de agua en muchas regiones del país, lo que debe primar A TODOS LOS NIVELES es una POLÍTICA ACTIVA DE CERO TOLERENCIA CON LA TALA DE BOSQUES Y DEPREDACIÓN DE ECOSISTEMAS ESTRATÉGICOS. No se trata simplemente, reconociendo por supuesto su importancia y su necesidad, de ampliar zonas de protección, declarar más parques naturales; es impulsar un verdadero cambio en el manejo de los recursos naturales.
La tarea urgente y que no da espera es EDUCATIVA Y CULTURAL; no se trata de un anuncio esporádico de ahorro de agua; va mucho más allá. Una propuesta sencilla, y quizá por lo mismo a veces no realizada, es TODOS LOS DIAS a través de TODOS LOS CANALES TELEVISIVOS y en TODOS LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN (radial, escritos, redes sociales, etc) en los horarios y espacios de mayor audiencia se EXIJA LA NO DEFORESTACION. No es asunto de un día, ni una semana. Es asunto de años y años de continua persistencia. La propaganda oficial y privada debe estar más concentrada en estos aspectos; también por supuesto, los programas de responsabilidad social y ambiental de los medios de comunicación pueden coadyuvar en esta cruzada.
Por supuesto, a esto hay que acompañarlo con instrumentos económicos y financieros eficientes y cumplibles, que permitan contar con mayores recursos, no para dilapidarlos en burocracia inútil, sino en verdaderos planes y programas de protección de cuencas, de ecosistemas vulnerables y por supuesto de estímulo a la conservación. Como hemos reiterado en varias oportunidades hay que ser ingeniosos para generar INCENTIVOS PODEROSOS para garantizar LA COSECHA DEL AGUA.
Por eso nuevamente hay que hablar del pago como sociedad por los servicios ambientales; pagar por la cosecha del agua a quienes la deben proteger, que son los dueños de los terrenos en donde estos ecosistemas están; en palabras sencillas, pagar para que no se talen los frailejones, las matas de monte, los mangles, los morichales, las riberas de las cuencas, entre otros. Pagar por ampliar la frontera de las zonas de cosecha de agua, con estímulos para hacer pequeños lagos artificiales, lagunas de pondaje, jagüeyes; incentivar la creación de reservas de la sociedad civil con facilidad en sus trámites. Incluso, descuentos en el impuesto predial con compensaciones para aquellos municipios que lo apliquen. Y por supuesto, transparencia y control en el manejo de los recursos.
No esperemos al siguiente fenómeno climático para empezar. El sector de los servicios públicos y comunicaciones ha apostado por ello y evidentemente todavía falta mucho por hacer. La invitación es que TODOS vamos por la COSECHA DEL AGUA.