El monje budista y asesor del Dalai Lama, Matthieu Ricard, afirma que la felicidad es una capacidad que tenemos que ejercitar a través de la meditación y el altruismo y que depende en gran medida de nosotros. «Hay mucho que depende de nuestro estado mental interno. Cuando vemos a gente que tiene todo para ser feliz y luego entran en una depresión, es porque su estado mental interno puede eclipsar las condiciones externas, podemos estar en un paraíso y sentirnos desgraciados» dice. Y este hombre sabe del tema. Según un estudio de su cerebro realizado por la Universidad de Wisconsin (EEUU) es el «hombre más feliz del planeta».
Pablo Pineda Ferrer es otra persona feliz. Para él su felicidad no depende de lo que los demás piensen de él sino de lo que él piensa de sí mismo. Pablo es el primer licenciado europeo con síndrome de Down. Además, ganó la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián de 2000 y en la actualidad es consultor externo de la Fundación Adecco. Un tipo con éxito. Primer punto: la felicidad depende de nosotros mismos. No busquemos excusas.
Para Eduardo Punset, «la felicidad es una historia donde son cosas muy sencillas las que dan acceso a la felicidad». Kavafis reclama que cuando emprendamos nuestro viaje éste sea largo, «lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo». Segundo punto: la felicidad no es una meta. La felicidad es un camino.
Habiendo tantas formas de lograr la felicidad ¿Cómo podría lograrse ésta en el mundo de los negocios? La satisfacción de obtener un beneficio económico, conquistar nuevos mercados, legar un proyecto empresarial a un hijo, aportar valor a la sociedad, crear puestos de trabajo, obtener el reconocimiento de tus socios, trabajadores, clientes, proveedores, fomentar o divulgar actividades sociales, lúdicas, científicas o culturales… ¿Alguien piensa que un empresario puede ser feliz solo obteniendo éxito económico? ¿La felicidad no será más completa cuanta más felicidad se sea capaz de crear y repartir? Entre todos nuestros stakeholders. La felicidad compartida es mucha más felicidad. Win, win. Todos ganamos.
Juan Royo, director de culturaRSC.com