Las empresas de telecomunicaciones se han lanzado en una maravillosa competencia por descubrir quién puede hacer más por la sociedad. A modo de ejemplo, me gustaría reseñar que tres ejemplos: Orange, Vodafone y Telefónica.
Orange acaba de lanzar Melovibe, una aplicación específica para discapacitados auditivos, que mejora la experiencia con su terminal móvil al permitir la asociación de una vibración personalizada (o melodía vibratoria) a cada uno de los contactos de su agenda. La Fundación Vodafone presenta los Smart Accessibility Awards 2012 que premian con 200.000 euros las mejores aplicaciones Android para discapacitados y mayores. El concurso se divide en cuatro categorías: Participación social, con aplicaciones que mejoran la integración social de las personas; Vida independiente, para facilitar la vida cotidiana de las personas (como abrir puertas o subir persianas); Movilidad para utilizar los medios de transporte, y Bienestar, que mejoran la salud de los usuarios.
En 2011, Telefónica destinó 57 millones a acción social. Por ejemplo destinó 9 millones de euros a su política de compras a proveedores sociales que trabajan fomentando la inclusión social en el mercado laboral de aquellos que se encuentran en riesgo de exclusión, o el fomento del teletrabajo como herramienta para la conciliación personal y laboral, iniciativa de la que se beneficiaron 2.157 empleados en el pasado año.
Estos datos presentados en esta editorial no buscan la comparación entre las diferentes compañías sino el aplauso a las tres. Son compañías rentables, modernas y sostenibles que buscan devolver a la sociedad una parte de lo que ésta les proporciona: empleo para sus trabajadores y valor para sus accionistas y proveedores.
La labor de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) va más allá de la obra social. Desarrollar aplicaciones para teléfonos móviles que puedan ser usados por discapacitados supone ponerles en valor, hacerles partícipes de la revolución social que se está produciendo. Y generar ilusión. La ilusión por trabajar, por crear y por realizarse. Lo mismo sucede con el teletrabajo. Gracias a la tecnología y ligado a objetivos y a indicadores cuantitativos, va a ser clave en la productividad, tanto en términos económicos como de conciliación.
Juan Royo, director de culturaRSC.com