A pesar de que hace unos 10.000 años los humanos evolucionaron de nómadas a sedentarios, la movilidad siempre ha sido un elemento central en constante cambio para nuestra forma de vida que influía notablemente en nuestra relación con el medio ambiente.
En marzo de 2020 irrumpió la COVID-19 y se nos exigió un confinamiento global sin precedentes. Desde entonces, se ha realizado una amplia investigación sobre cómo la pandemia mundial ha cambiado y cambiará nuestras vidas, ciudades y negocios. Algunas de estas investigaciones han comprobado el impacto de la pandemia contra el cambio climático y han investigado la relación entre movilidad urbana y transmisión de COVID-19. Si hay algo que podamos asegurar es que la movilidad urbana nunca volverá a será la misma.
Sin embargo, antes de que esto sucediera, la movilidad urbana se reformó durante los últimos 10 años. Hemos evolucionado de utilizar únicamente transporte público, taxis y vehículos privados a lo que los expertos denominan ACES: vehículos autónomos, conectados, eléctricos y compartidos (por sus siglas en inglés). Gracias al aumento de la conciencia medioambiental durante el confinamiento, esperamos ver enfoques más agresivos y acciones climáticas que permanezcan al frente y en el centro de la agenda mundial.
Centros urbanos más habitables
El transporte por carretera representa el 11,7 % de las emisiones de GEI a nivel mundial, y su vez, los centros urbanos generan el 70 %, según la Agencia Internacional de la Energía y Ciudades C40. Las ciudades son, por lo tanto, fundamentales en cuanto a la solución del cambio climático. Esto requiere de manera crucial el avance hacia la descarbonización de la movilidad.
Tanto la compensación de emisiones como la electrificación de los vehículos son medios para alcanzar este objetivo vital. Por esta razón, en Cabify alcanzamos la neutralidad de carbono en operaciones y trayectos en España y América Latina hace tres años. Además, somos líderes mundiales en cuanto a multimovilidad. Durante este tiempo, hemos compensado más de 310 mil toneladas de CO2 (el equivalente a proteger 14 millones de árboles en la selva amazónica) mientras progresamos en la reducción de emisiones y en la electrificación de la flota para 2025 y 2030 en España y América Latina, respectivamente.
Gracias a la colaboración con la fintech española Climate Trade, empezamos a apoyar la energía verde y proyectos medioambientales en Perú, Chile y Brasil, aprovechando la tecnología blockchain para rastrear de manera eficiente y transparente los fondos de compensación que proporcionamos a los proyectos.
Sin embargo, es fundamental acercar el problema a todos nosotros: nuestro objetivo es crear conciencia individual sobre el cambio climático con el que, gracias a un sistema innovador de trazabilidad de emisiones y compensación implementado a través de una API, los conductores que utilicen nuestra aplicación de transporte compartido sabrán, inmediatamente después de su viaje, su huella de carbono exacta emitida y compensada por nuestra compañía.
La tecnología es una herramienta clave para la acción climática, como ya vimos en el Greentech Festival, donde taxis aéreos autónomos, bicicletas impresas en 3D, motocicletas aéreas y bicicletas eléctricas plegables demostraron lo que está por llegar. Estas son algunas de las alternativas más futuristas, pero también podemos ver grandes compromisos asumidos por grandes empresas. Por ejemplo, Amazon está adoptando un enfoque práctico y único para diseñar y desarrollar sus furgonetas eléctricas junto con su socio Rivian. Volvo Group y Daimler Trucks han creado una empresa conjunta que desarrollará, fabricará y venderá sistemas de pila de combustible de hidrógeno para camiones pesados. Hyundai continúa mejorando su respeto por el medio ambiente de los ICEV mientras desarrolla y produce vehículos también respetuosos con el medio ambiente, como los EV y FCEV.
Uno de los desarrollos clave que comenzamos a observar es la ambición por conseguir que las ciudades se centren en las personas a través de un cambio hacia la movilidad urbana sostenible. La «ciudad de 15 minutos» de la alcaldesa de París Anne Hidalgo es un buen ejemplo: lo ideal es que los parisinos puedan ir a comprar, al trabajo y a realizar actividades de ocio y culturales dando un pequeño paseo o en bicicleta. En consecuencia, a base de desarrollar el pequeño negocio, brindar acceso equitativo a empleos y servicios urbanos y reconstruir áreas económicamente afectadas por la pandemia, también se fomentaría la economía y el nivel de vida en las ciudades. Existe una relación entre movilidad y crecimiento, por lo que debemos encontrar soluciones nuevas para abordar el cambio climático y apoyar un mundo más inclusivo. Esta idea era contraria a la base de desarrollo estadounidense de la planificación centrada en los coches que dejaba a las personas atrás.
Natalia Gutiérrez, Líder Global de Impacto Sostenible y Seguridad de Cabify