Carol Blázquez es tajante: “Después del petróleo, la moda es lo que más contamina”. Nuestros armarios llenos de prendas sin usar se fabrican lanzando CO2 sin compasión
Moda ética, slow fashion o ecodiseño, diferentes términos para hacer referencia a una misma realidad que se ha convertido en tendencia: la moda sostenible. Pero ¿son los consumidores realmente conscientes del impacto ambiental que tiene su ropa? Esa información no aparece en las etiquetas y las tiendas no suelen tener datos al respecto. Sin embargo, la fabricación y el transporte de artículos que llenan nuestro armario lanzan grandes cantidades de CO2 a la naturaleza sin que los compradores seamos informados de ello. Por ejemplo, los vaqueros (32,3kg CO2) o las camisetas de algodón (10,75kg CO2).
La jornada Retos que afronta la moda creatividad vs compromiso social’ organizada por IMF Business School con el objetivo de situar el foco de atención en una de las industrias más contaminantes del planeta.
Participantes
- Ton Pernas, director del MBA de IMF
- Carol Blázquez, Head of Innovation & Sustainability de ECOALF
- Brenda Chávez, periodista
especializada en sostenibilidad y cultura - Laura Sánchez, modelo y directora de Go
Eventos, y Delia García, CSR and Sustainability Manager El Corte Inglés.
Las empresas dedicadas al comercio de la moda deben actuar como escaparate de ropa sostenible, además de potenciar la generación y diseño de productos con estos atributos
Innovación y sostenibilidad deben ir de la mano
Después del petróleo, la moda es lo que más contamina. Por eso, debemos trabajar en crear y diseñar productos de la misma calidad, pero contaminando menos con el objetivo de ser más respetuosos con el planeta, porque no hay un planeta B. Si no digo que mi sudadera está hecha de basura, nunca lo hubierais imaginado.
Tenemos que ser conscientes de que, en España, la moda sostenible no tiene las colas que podemos encontrar en el Primark, pero sí que vemos cada vez más en los millennials la preocupación por lo que hay detrás de su ropa y por preservar la naturaleza. El 73% de los españoles ya ha realizado compras éticas. Es una tendencia que está aquí, que vendrá y se quedará. El consumidor está en continua evolución. Vemos cómo está creciendo la conciencia social, pero aún no se refleja tanto en un crecimiento del consumo responsable.
El 30% de la producción que se fabrica, no se vende. El exceso de stock es un problema. Por muy pequeña o grande contribuimos con la insostenibilidad.
A mediados de cada año se agotan el 100 % de los recursos que el plantea nos puede dar, lo que provocará escasez de agua. Se habla de que para 2030 un 30% de la población no podrá acceder a agua potable, pero nadie nos lo cuenta.
El consumismo fue otro de los puntos clave en el debate. Culpar al consumidor es muy fácil, pero todos somos responsables de crear ese consumismo y del daño de los must have. Hemos llegado a un punto en el que tiramos las prensas con una media de 6 usos. No podemos ni imaginar la cantidad de ropa con etiqueta que acaba en entidades sociales o vertederos.
Más allá de las buenas intenciones por las empresas, ya es hora de que las instituciones tomen partido y pongan freno antes de que sea demasiado tarde.