El presidente electo Joe Biden promete un cambio drástico en materia medioambiental en EE.UU.
Pero la política y el pragmatismo limitarán la magnitud del cambio que puede lograr en la política energética y ambiental.
Con la promesa de reincorporarse al Acuerdo de París sobre el cambio climático desde el primer día de su presidencia y los planes de grandes inversiones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de Estados Unidos, Biden está enviando una fuerte señal a otros Gobiernos e inversores de que Estados Unidos apoyarán los factores ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en la formulación de políticas.
Washington ha vuelto a la vía del medio ambiente. Una mayor competencia entre EE.UU., Europa y China en materia de políticas e inversiones para lograr un crecimiento económico más sostenible será buena para el planeta.
El regreso de EE.UU. al acuerdo de París podría ser un punto de inflexión histórico en el objetivo de las Naciones Unidas de llegar a cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050 y limitar el aumento de las temperaturas mundiales a menos de 2C. EE.UU. es el segundo mayor emisor de dióxido de carbono del mundo.
Los planes nacionales de Biden son ambiciosos
Incluyen la eliminación de las emisiones de dióxido de carbono de las centrales eléctricas del país para 2035 y la inversión de 2 billones de dólares en infraestructura, vehículos eléctricos, edificios eficientes, energía renovable y tecnologías con bajas emisiones de CO2 para la fabricación y la agricultura. Los asuntos ambientales ganarán relevancia en la política de Estados Unidos si Biden procede con un plan para crear un Consejo Nacional sobre el Clima similar al Consejo de Seguridad Nacional.
La vicepresidenta electa Kamala Harris también tiene un protocolo sobre el ASG. La ley Climate Equity Act, que introdujo en California con la congresista de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez, tiene como objetivo hacer que la industria rinda cuentas de la contaminación de las instalaciones construidas cerca de las comunidades de menores ingresos. Además, Harris adoptó una postura firme sobre el historial medioambiental de las empresas de petróleo y gas como fiscal general de California.
De todos modos, tenemos que ser realistas sobre lo que Biden y Harris pueden lograr: los planes que el Partido Demócrata ha acordado se enfrentarán a la realidad política muy pronto.
Los demócratas han ganado la presidencia, pero a menos que ganen dos votaciones de desempate en el Senado en el estado de Georgia, los republicanos tendrán el control de la Cámara Alta, lo que representa un veto efectivo sobre la nueva legislación, además de tener mayoría de jueces en el Tribunal Supremo. El presidente Barack Obama intentó y no consiguió sacar adelante una legislación relacionada con el clima en un Congreso dividido en los ocho años que estuvo en el cargo, teniendo que depender de órdenes ejecutivas y cambios normativos.
La autosuficiencia energética también sigue siendo el núcleo de la política estadounidense
Los presidentes de Estados Unidos han querido desde hace mucho tiempo restablecer la independencia energética del país, por lo que será difícil que Biden lo logre potenciando la energía renovable por encima de la producción de petróleo. Las exportaciones de energía de EE.UU. superaron a las importaciones en 2019 por primera vez en 67 años. Dado que la regulación del petróleo es competencia de los estados, y no de Washington, Biden puede centrarse, en cambio, en una regulación más estricta del sector, sobre todo para limitar las emisiones de metano.
Sin embargo, sean cuales sean los resultados políticos internos, es importante a nivel internacional que Estados Unidos dé ejemplo en materia de medio ambiente y Biden aliente a los países que aún no han firmado el acuerdo de París a que lo hagan.
Diane Menville, responsable de ASG del Grupo Scope