Gabriel Zúñiga, director de estudios en TBS Education, Barcelona
- ¿Pueden las nuevas generaciones liderar empresas con mayor éxito y eficiencia que las anteriores?
Las nuevas generaciones cuentan con mayor acceso a conocimiento e información (Internet) y en general con más formación. Son más conscientes de problemáticas relevantes como los impactos medioambientales y sociales de sus acciones, y parecen tomarse estas problemáticas más en serio que adultos de más edad.
Por ejemplo, parece haber muchos más veganos entre los jóvenes que entre personas de una generación como la mía. Estas características les ayudarán a liderar empresas de manera más responsable, preocupándose de que el impacto social y ambiental de sus acciones sea, al menos, menos perjudicial. Luego el éxito, depende de cómo se entienda. En una sociedad con más oportunidades, mejor educada y más igualitaria, habrá más iniciativas y, por lo tanto, más competitividad, por lo cual habrá más empresarios que podemos considerar exitosos, pero menos grandes corporaciones de beneficios obscenos.
- ¿Cómo pueden las empresas fomentar un liderazgo más colaborativo que incluya a las nuevas generaciones en la toma de decisiones importantes?
Es cuestión de voluntad de los directivos, sobre todo de aquellos con muchos años en sus cargos. Los seres humanos tenemos un número de sesgos que tienen un papel adaptativo, pero que también pueden ser limitantes. Algunos de estos sesgos hacen que las personas que están en una misma posición de poder por mucho tiempo, rodeadas por equipos más o menos estables, empiezan a interpretar la realidad según normas que tienden a consolidarse en la dinámica grupal, ignorando piezas de información del mundo exterior que no son consistentes con esas interpretaciones.
Por eso es importante que haya rotación, que se permita que personas con ideas diferentes y perspectivas innovadoras desafíen esas nociones. Y además, que se permita participar a grupos de personas, porque un individuo aislado tenderá a asimilarse a la manera de pensar predominante del grupo.
- ¿Cómo pueden las empresas abordar la falta de experiencia de las nuevas generaciones en la gestión empresarial?
Nadie nació sabiendo. Sobre todo cuando el conocimiento es fuertemente experiencial como en el caso de la gestión empresarial. Hay que dar espacio a que nuevas generaciones de líderes puedan tomar decisiones. Pero esto no es nada nuevo, es el relevo generacional usual.
Es importante que líderes de más edad compartan su experiencia (incluidos sus errores) con los nuevos directivos, confiando y permitiendo que tomen sus propias decisiones. Un directivo antiguo ya tiene hábitos y estrategias conocidas que seguramente funcionan bien y le resultará difícil aceptar que alguien haga las cosas de otra manera. Pero si no se abre al cambio, aceptando también que nuevas acciones pueden tener resultados negativos, no hay evolución y no hay posibilidad de mejora.
- ¿Cómo pueden las empresas manejar la resistencia de las generaciones anteriores a los cambios propuestos por las nuevas generaciones en la gestión empresarial?
Normalmente quien intenta implementar el cambio es quien tiene que luchar contra las resistencias. En este caso son las generaciones nuevas.
Primero, mostrando la necesidad del cambio, porque tampoco el cambio per sé es bueno o necesario. Tiene que estar claro cómo viejas maneras de hacer ya no se corresponden con las demandas externas de mercados o regulaciones.
Después tienen que ser capaces de demostrar las ventajas del cambio, tener la paciencia para identificar las aprensiones específicas y desactivarlas y luego acompañar durante el proceso de cambio. Para mí hay una parte de educación implicada de la gente más joven hacia los que tienen más edad. En el caso de herramientas digitales, es un poco un cliché, pero tiene mucho de realidad.
- ¿Cuál es el papel de la tecnología en la gestión empresarial de las nuevas generaciones, y cómo pueden las empresas asegurarse de que se utilice de manera efectiva y ética?
Entiendo que la pregunta se refiere sobre todo a tecnologías digitales. Estas tecnologías solo asisten capacidades que son inherentemente humanas. Por ejemplo, puedo acelerar mi capacidad de computar datos gracias a ellas, o de comunicar mis ideas de modo efectivo, sin la barrera del idioma, a kilómetros de distancia. Entonces, se trata de aprovecharlas para amplificar nuestra capacidad de acción: hacer lo mismo con menos personas o más con las mismas personas. Por esta misma razón, la ética no la darán las tecnologías, sino la voluntad de quienes toman las decisiones. En esto nada ha cambiado. Sí, gracias a la tecnología, hay más posibilidades de hacer las cosas mejor.
Un ejemplo simple: gracias a las teleconferencias, cada vez más efectivas, se puede ahorrar en huellas de carbono por desplazamientos.